martes, 1 de diciembre de 2009

Escuchando nuestro corazón

Muchas veces nuestro corazón nos advierte que debemos cambiar la dirección de nuestra vida, pero nuestra mente, condicionada por las convenciones de la sociedad en que vivimos, nos frena.

Esto sucede con frecuencia en las parejas. Caminamos armoniosamente al lado de nuestro(a) compañero(a) pero después de un tiempo sentimos que nuestro camino a su lado ha terminado. La complicidad, el compartir descubrimientos existenciales y de otros tipos se disipa, pero continuamos en la relación para no herirnos, sin darnos cuenta de que al seguir atados morimos día a día y nos llevamos a la tumba a nuestra pareja.

Con el paso del tiempo y el freno que “nos impone” la sociedad, comenzamos a sentirnos amargados y explotan las ácidas disputas que por lo general nos llevan a un divorcio en que al parecer la meta fuera herir al otro.

Si tomáramos la costumbre de escuchar nuestro corazón, podríamos utilizar la energía perdida en disputas en explorar nuestro interior, conocernos, amarnos…

viernes, 23 de octubre de 2009

Diálogo-Lectura sobre la Literatura Centroamericana

Estimad@ amig@:


Te invito al Diálogo-lectura sobre la literatura centroamericana que llevaré a cabo el viernes 30 de octubre a las 19h00 junto a los escritores Manuel Girón, de Guatemala, y Paulo González, de Costa Rica. Después del evento tendremos el placer de compartir un exquisito vino tinto y de conversar sobre nuestras obras, las cuales estarán a disposición del público.


Lugar: Escuela Le Corbusier (Aula máxima) – 6 Rue Le Corbusier – 1208 Ginebra.


Puedes echarle un vistazo a mi obra en: http://www.lopezlasso.com/affiche_dialogo_lectura_Ginebra.pdf

Saludos cordiales

sábado, 26 de septiembre de 2009

Suave soledad

Ayer conversaba con un par de conocidos sobre la soledad.

La mujer, de unos cincuenta años de edad, decía que tiene cinco años de estar divorciada y que no pasa un día sin que se pregunte, con melancolía, cuándo llegará su compañero. Para ella la vida no tiene sentido sin una pareja.

El hombre, a principios de la cuarentena, afirmaba que Dios creó al hombre y a la mujer como a un único ser, el cual ha sido dividido por las fuerzas del mal. Según él debemos vencer esas fuerzas y encontrar a nuestra pareja si queremos ser felices.

Cuando me preguntaron mi opinión les dije que creo que el ser humano ha sido creado con dos polaridades (femenina y masculina) pero que no me parece que debamos buscar nuestro equilibrio en otra persona, sino en nosotros mismos. Pienso que para avanzar armoniosamente con una pareja debemos encontrar nuestro propio equilibrio interior.

Veo la soledad como a una aliada compañera. Disfruto la compañía de mis familiares y amigos y, seguramente, disfrutaré recorrer parte de mi camino con un compañero, pero cada día, aunque sea por una hora, necesito sentirme mecida por la suavidad de la soledad.

Y tú, ¿qué piensas de la soledad?

sábado, 8 de agosto de 2009

La belleza del haiku

El haiku es una forma poética que se desarrolló en Japón a finales del siglo XVII. Se compone de tres frases o versos de cinco, siete y cinco sílabas cada uno.

El arte del haiku es captar la realidad en un solo instante en el que el poeta y el lector compartan la misma experiencia.

A veces, cuando contemplo la belleza de la naturaleza no puedo más que quedarme quieta, observar, disfrutar del momento. En esos momentos pienso que es una lástima guardar la belleza de ese instante para mí sola.

Es por ello que he escrito algunos haikus, para que tú también te deleites:

Detrás del banco
cortina de árboles,
rayitos de sol.

***
Miles de astros
sobre el manto del
mar guiñan sus ojos.

***
Besan mi nariz
olores de jazmines,
también de rosas.

***
Sobre el muro
la hiedra se agita
al son del tamtan.

***
Bajo el manto
de cabellos plateados
un rostro sonríe.

Trata tú también de escribir un haiku. Es muy fácil. Por ejemplo, si ves las hojas elevarse debido al viento, observa la impresión que te da esa imagen. Es el movimiento de esas hojas como una danza? Te parece escuchar un rumor?
Una posibilidad, entre muchas, sería:

Danzan las hojas
la tonada del viento
bajo el cielo.

jueves, 2 de julio de 2009

¿Quién soy? ¿Adónde voy?

He recibido un correo de uno de los lectores de mi blog en el que, irónicamente, me felicita por mi suerte al tener tiempo para analizar mis "errores".

Estoy de acuerdo con él en que estos "errores" son en realidad experiencias y que, como expresé en mi artículo del 19 de abril, "Libre de Amarres", con cada una de éstas podemos aprender.

Aprovecho el comentario de este preciado lector para dejar sentado que, según mi punto de vista, uno de los factores más importantes de nuestra vida es justamente analizarnos para comprender quiénes somos y adónde vamos. Sin este hecho, que para mí es crucial, la vida no tendría sentido.

Muchas veces pensamos que nuestra felicidad está estrechamente ligada a la adquisición de bienes materiales. Nos distraemos tanto tratando de alcanzar dichos bienes y dejándonos llevar por los problemas del diario vivir que no nos damos cuenta de que la vida pasa y no hemos comprendido la razón de nuestro paso por ella.

Volviendo al correo del lector, creo que mi suerte consiste no en "tener" tiempo para analizar mis errores sino en "procurármelo". Soy yo que determino mis propias prioridades existenciales.

viernes, 26 de junio de 2009

Etapas en la vida

El pasado sábado, 20 de junio, mi hija mayor recibió su diploma de bachillerato. El acontecimiento me hizo recordar no sólo mi graduación de sexto año, sino cada gran logro de mi vida.

Reviví los actos de mi graduación de primer y de segundo ciclo así como los de la universidad. Cada vez que recibía un diploma tenía la impresión de encontrarme en lo alto de una escalera. Al volverme, sistemáticamente me maravillaba con los escalones dejados atrás.

Veo la vida como una gran escalera con descansillos entre dos series de escalones. En los descansillos me vuelvo, analizo las experiencias vividas y continúo mi evolución tratando de no repetir los errores del pasado en la siguiente etapa.

He subido muchos escalones en la escalera de la vida pero sé que me quedan muchos más por escalar.

domingo, 31 de mayo de 2009

La Vida es...

Ayer, en una fiesta del barrio en que resido, un grupo de conocidos nos reunimos para conversar. Haciendo alusión al título que le he dado a mi blog ("Descubriendo la Vida"), alguien preguntó sobre el significado de la vida.

La hija de una amiga dijo que la vida es un juego en el que no importa ganar o perder. Lo importante es jugar y pasarla bien.

Una mujer, tres veces divorciada y en camino hacia su cuarto divorcio, dijo que la vida era vivir con personas diversas la misma cruel historia.

Cuando me preguntaron lo que pensaba de la vida, dije que para mí la vida es una gran pieza de teatro con una infinidad de actos y cuyos actores somos los humanos.
Nosotros mismos escogemos nuestros roles antes de nacer según la experiencia que querramos llevar a cabo. A veces somos hombres, otras mujeres, ricos o pobres, negros o blancos.

El acto en una vida comienza con nuestro nacimiento y termina con nuestra muerte, pero entre las dos etapas hay un período de preparación en el que cada uno analiza su actuación precedente y prepara su rol por venir.

Algunas personas estuvieron de acuerdo conmigo, otras no.
Lo bueno de ser seres humanos independientes es que cada uno es libre de definir la vida según su propia experiencia.

domingo, 10 de mayo de 2009

Día de las madres y Serenatas

Hoy, 10 de mayo, se celebra el día de las madres en Suiza, país en que resido. Esto me lleva a recordar esta misma celebración en mi país de nacimiento.

En Panamá el día de las madres, que se festeja el 8 de diciembre, es una de las fiestas más importantes del país. Una fiesta que se celebra no sólo entre los miembros de una misma familia, sino que se extiende a los amigos. Es raro que una madre no reciba, si no un regalo, al menos una felicitación de parte de amigos y conocidos.

Mi recuerdo privilegiado es el de las serenatas. Pasada la medianoche del 7 de diciembre los hombres y amigos de la familia se reúnen y, con guitarras, una buena disposición y unas que otras botellas de ron, comienzan un gran recorrido por las casas de las madres de los integrantes del grupo. La finalidad: regalarles una canción.

Desde que oye los primeros acordes, la madre homenajeada se prepara para asomarse a la ventana o al balcón y agradecer por tan lindo presente. Según la tradición, al final de la canción esta mujer, a pesar de saber de antemano que sería el objeto de una serenata, demuestra gran sorpresa e invita al grupo a tomar un “traguito”. Por lo general el “traguito” consiste en un vaso de ron o de alguna otra bebida alcohólica.

Luego de pasar un rato bromeando sobre los incidentes de la noche, los integrantes del grupo parten a otra casa donde, con una u otra variante, la escena se renueva.

Creo que las costumbres y tradiciones son enriquecedores tesoros que toman un sentido especial cuando estamos lejos de la patria.

sábado, 2 de mayo de 2009

Las señales del tótem


Hace algo más de dos años, cuando me mudé al apartamento que ocupo hoy, compré un tótem de madera por el que había tenido un flechazo. Lo puse en el vestíbulo, mirando hacia la puerta de entrada y lo designé como el guardián de mi hogar.

Desde entonces, cada vez que paso a su lado le lanzo una mirada de cariño o una sonrisa benévola y lo felicito mentalmente por lo bien que desarrolla su trabajo.

Esta mañana, al pasar a su lado, el tótem no miraba hacia la puerta. “Hombre, eres mi protector, debes mirar hacia la entrada” –lo reprendí cariñosamente–, pero antes de colocarlo en la posición correcta observé que su mirada apuntaba directamente hacia el aparador de la sala. Me dirigí hacia el lugar y descubrí un álbum de fotos que hacía tiempo había perdido de vista. Al hojearlo encontré imágenes sonrientes de mis hijos y mías con nuestra familia de Panamá, lugares de mi terruño repletos de preciados recuerdos y, sobre todo, un par de fotos de la que fuera la casa de mis bisabuelos tomadas por mí en el año 2000, cuando fui de vacaciones a Penonomé, el pueblo en que nací.

La foto mostraba lo que quedaba de la casa: la fachada, parte de los muros laterales y un pedazo del techo; pero la imagen fue suficiente para llevarme directamente a uno de los períodos más hermosos de mi vida: los vividos al lado de mis bisabuelos.

Me pareció ver a ese gigante de piel grisácea y olor a tabaco, mi bisabuelo, sentado en la silla de madera azul del alero, y verme a mí, una niña de tres años, brindándole una de las tacitas de mi juego de té.

Fue tan fuerte mi sentimiento, que hasta creí escuchar, como en un susurro, “negrita fea” –como solía decirme mi bisabuelo–. “Negrita fea” –repetí para mis adentros– y recordé que en una ocasión, ofendida, le pregunté por qué me llamaba de esa manera. “Eres lo más lindo que ha dado el mundo –respondió acariciándome el pelo– pero si te lo digo te convertirás en una presumida. Por eso seguiré llamándote “negrita fea”.

Observando la fotografía recordé que algunas semanas después de mi paso por la que fuera la casa de mis bisabuelos, los muros se derrumbaron. Fui el último miembro de la familia que visitó el lugar y tomó fotos. Mis tíos y demás familiares aseguraron que los espíritus de mis bisabuelos mantuvieron los muros hasta que yo llegara porque querían hacerme llegar un mensaje. Comprendí entonces que me tocaba a mí, como escritora, rendir honor a los momentos felices de mi niñez y escribí una novela sobre mis ancestros y sobre el Penonomé de esa época. Como hago con cada novela que escribo, dejé madurar el manuscrito en un “cajón” de mi ordenador hasta recibir una señal que me indicara que había llegado el momento de darle la revisión final antes de publicarla.

La esperada señal me la ha dado mi tótem. Puede parecer absurdo que una mujer de letras siga este tipo de “señales”, pero son éstas las que me ayudan a caminar por la vida feliz y con paso firme.

jueves, 23 de abril de 2009

Señales en el camino

Hace quince años, cuando todavía vivía en Italia, sentí la profunda necesidad de escribir. O escribía o moría. Decidí vivir, y tomé la pluma.
Mi decisión no fue una cabezonada, pero tampoco fue el producto de un minucioso cálculo. Comencé a escribir porque sentía que no podía seguir echando a un lado los dictámenes de mi corazón, que desde toda una vida me conducían hacia la expresión escrita.
Cuando entraba en la adolescencia mi madre afirmó que mi destino estaba ligado a la escritura. Al preguntarle del por qué de sus palabras, aseguró que yo me transformaba en otra persona cada vez que tenía un lápiz en la mano. Por supuesto que no le hice caso a mi madre. Es bien sabido que para la mayoría de los adolescentes las palabras de sus padres no tienen ningún valor.
Algunos años después, tomé la costumbre de escribir cartas de aliento a algunos de mis excompañeros de colegio que habían dejado nuestra tierra para continuar estudios en otros países. Sistemáticamente estos amigos, agradecidos por el alimento que -según ellos- les daba, me aconsejaban que me dedicara a la escritura. Tampoco les hice caso. Mi mente (no mi corazón) me decía que esos consejos eran una manera de pagarme por el tiempo que les dedicaba.
Más adelante todavía, en París, cuando relataba a mis amigos de la época algunas anécdotas de mi pasado, me aconsejaban que las escribiera. Tampoco les hice caso. En el fondo pensaba que hablaban por hablar.
Ahora veo esos y otros acontecimientos como señales.
Creo que a lo largo de nuestro camino por la vida recibimos señales de la dirección que debemos tomar, pero muchas veces, tal vez frenados por nuestra mente, no las vemos porque hemos perdido la costumbre de escuchar con el corazón.

domingo, 19 de abril de 2009

Libre de amarres

En mi artículo precedente afirmé que mis costumbres de antaño dieron paso a otras y que, cuando me di cuenta, no me sentía de aquí ni de allá, o sea, que no me sentía atada a ningún lugar en especial.
No creo que esta sensación de desarraigo sea negativa. Como dije antes, simplemente "es".
Me considero un ser humano feliz. Aprecio los regalos de la vida y aunque un evento, a primera vista, pueda parecer negativo, trato de aprender de él como lo que es, o sea, una experiencia.
La experiencia de vivir en cuatro países diferentes me ha enriquecido. Soy feliz en Suiza como lo fui en Italia y, antes, en Francia y en Panamá. Sin embargo, me siento lista para abandonar este lindo país y continuar mi vida en cualquier otra parte del mundo. Si puedo hacerlo es porque no tengo raíces, me siento libre.
La herramienta que me ha ayudado a obtener esta libertad es la escritura. Gracias a ella he desalojado la carga de traumas que me impedían elevarme.

jueves, 16 de abril de 2009

Semana Santa y desarraigo

La semana pasada en Mundo Hispánico, revista con la que colaboro desde hace un año y medio, escribí sobre la Semana Santa en Panamá, mi país de nacimiento.

Recordé con cariño la sopa de pescado tomada a la sombra de los árboles del huerto, las procesiones del Jueves y el Viernes Santo y los tamboritos (bailes acompañados de cantos entonados al son de tambores y rítmicas palmadas) del Sábado de Gloria que cerraban jocosamente la semana.

Esa sopa de pescado tomada al aire libre en medio de una bandada de pájaros bullangueros, dio paso a interminables almuerzos saboreados a media voz en la mesa de mi familia política, en el noroeste de Francia. Al principio extrañaba la procesión del Jueves y el Viernes Santo y el baile del Sábado de Gloria, pero poco a poco me fui acostumbrando a las tradiciones de mi nuevo universo. Así, cuando nacieron mis hijos, con toda naturalidad escondía los huevos de chocolate en el jardín y les contaba historias sobre el conejo de Pascua.

Como nos sucede a muchos cuando cambiamos de país a una edad adulta, una costumbre da paso a otra y a otra más y cuando miramos a nuestro alrededor no hay nada que nos ate a nuestro pasado. Las raíces se han perdido sin que nos demos cuenta. Nos sentimos que no somos de aquí ni de allá, como dice la canción de Facundo Cabral. No creo que esta sensación sea buena o mala. Simplemente "es".